«Yo compartí con Manu su primer gran torneo, el Mundial 98. Y recuerdo que Many, su novia en ese momento, estaba preocupada porque él, con 21 años, peleaba el puesto con Racca, un consagrado. Y le ofrecí hablar con él… Y, en pocos minutos, entendí que las dudas eran de los otros, él tenía todo claro, qué quería y cómo conseguirlo. Dejé tranquila a Many y supe quién iba a quedar para el torneo». Con esa anécdota, Esteban de la Fuente resumió la mentalidad de Ginóbili, uno de los seis valores que fueron profundizados el jueves en la nueva charla Deporte y Superación que Julián Mozo, autor de El Señor de los Talentos, como parte de la presentación del libro. Se realizó en el club Quilmes de Mar del Plata junto al ex jugador del seleccionado e Inés Arrondo, ex Leona.
Ella arrancó hablando de la importancia de la educación y del club como vida formadora de ciudadanos. «Fue en Universitario, recién a los 12 años. Pero en el equipo empecé a aprender a comportarme, a vivir…», sentenció Arrondo. Esteban, entonces, pasó a los sacrificios, el segundo tópico. «Tuve que rezar para que la de mi esposa sea una cesárea programada para poder estar en el parte de mi hijo. Hay cosas y momentos que entregás y no podés volver atrás», contó. Cuando llegó el turno de la mentalidad, Inés habló del valor para poder conseguir objetivos. «Se necesita más que talento. Se requiere tener las metas claras, saber dónde ir y cómo llegar», analizó.
Consultado sobre liderazgo, De la Fuente recuerdó cuando asistió a un entrenamiento del seleccionado en el Preolímpico 2011. «Habían terminado dos horas de entrenamientos y todos se sacaron las zapatillas y las vendas. Pero Manu no, siguió tirando al aro y logró que todos volvieran a calzarse y seguir su rutina. Sin decir nada», relató. Arrondo comparó a Manu con Lucha Aymar. «Tienen muchas cosas parecidas», explicó.
Sobre el dominio del ego, el ex alero puntualizó sobre la importancia que la Generación Dorada tuviera dos líderes positivos, que nunca pelearon por el cartel y generaron el mejor clima de trabajo. Inés precisó que esa tarea llevó un tiempo en Las Leonas, pero se consiguió para dejar un legado como conjunto. Por último, cuando hubo que cerrar con el profesionalismo, De la Fuente opinó que «Ginóbili redefinió esa palabra. A mí me tocó otra época, en la que comíamos asado en el día de partido y nos ponían una botella de vino cada cuatro jugadores». Y cerró Arrondo, precisando que hoy «la diferencia se saca en lo pequeños detalles, como dejar de comer dulce de leche».
Así, durante 70 minutos, hubo mucho más que la presentación de una obra. La gente, agradecida.