El inicio del juego, mostro a ambos equipos muy nerviosos, cometiendo muchas equivocaciones en ofensivas, abusando de una descarga extra que facilitaba la defensa de su oponente, y con jugadores, habitualmente efectivos y desequilibrantes como Campazzo en Peñarol y Baxley en Quilmes, que hacían sufrir a sus hinchas. A pesar de eso, fue el “tricolor” quien se acomodó mejor a la situación del partido, y se quedó con los primeros diez minutos, 15-17.

En el segundo parcial, los de Ramella, tras padecer una ráfaga del milrayitas de 7-0 (22-17) con Campazzo en cancha, encontraron respuestas en el banco con la rotación donde al cabo de la primera mitad todos los hombres que vieron acción sumaron puntos, mientras que los de Rivero, sin su base estrella, deambularon en la cancha recibiendo un parcial de 0-10 de su rival (22-27), que recién pudo cortar con un triple del “Lata” Ibarra, pero que al cabo de los primeros veinte minutos, tenía a Quilmes como ganador por cinco puntos, 27-32, en un duelo con porcentajes muy bajos, sobre todo en el dueño de casa, que cerraba esa mitad con 3/14 (21%) en triples, 7/24 (29%) en dobles, 4/4 (100%) en libres, 20 rebotes, 3 asistencias y 6 pelotas perdidas. En tanto el tricolor, a pesar de esa victoria parcial, tampoco gozó de grandes números en esos dos capítulos donde terminó con 4/10 (40%) en triples, 10/17 (59%) en dobles, 0/4 (0%) en libres, 22 rebotes, 8 asistencias y 13 perdidas.

Sin embargo todo cambió en el complemento, porque Peñarol, más que ajustar su defensa, la endureció, le puso rigor y “pimienta”, jugando al límite de cometer falta, confundiendo y complicando el traslado y los avances de un Quilmes, que de a poco iba cayendo en la trampa defensiva puesta por el milrayitas, que aprovechaba cada error para facturarlo y no solo pasar al frente en el marcador, sino también para empezar a estirar la brecha, con un inteligentísimo Campazzo, en la conducción, que distaba mucho de ser el del primer cuarto, la efectividad desde el perímetro de Leo Gutiérrez y el muy buen aporte de Franco Giorgetti con 7 puntos en ese cuarto desde la banca, mientras, que el tricolor, sufría mucho la pésima noche de Walter Baxley en ofensiva, tanto que Ramella tras un par de equivocaciones lo sentó en la banca y no vio acción en todo el parcial, el apresuramiento de Fabián Sahdi en algunos pasajes y el poco aporte de sus internos titulares, Ghersetti y Romero. Así las cosas, Peñarol entraba al cuarto de la verdad, arriba por 8 puntos, 52-44.

En los últimos diez minutos, el milrayitas, apretó el acelerador y terminó la faena, ante un rival que decididamente había entrado en el juego que le propuso el local, tomando tiros apresurados de manera innecesaria, en lugar de rotar el balón en busca del mejor tirador, no encontrando reacción, ni respuestas desde el perímetro, como si este fuera su principal arma, olvidándose que sus mejores momentos, no solo en este juego lo ganaba el más inteligente, y una vez más los de Ramella, mostraron impericia para resolver ese paradigma, dilapidando la muy buena actuación durante los primeros 20 minutos, perdiendo el último clásico de la temporada por un inapelable 86-59.

Síntesis:
Peñarol (86): Campazzo (14); Ficher (4); Boccia (16); L. Gutiérrez (19); Leiva (12) (FI); F. Giorgetti (11), S. Giorgetti (2), Ibarra (3), G. Fernández (3), Weigand (2), Sosa (0). DT: F. Rivero.

Quilmes (59): Sahdi (3), Baxley (11), F. Piñero (8), Ghersetti (2), Romero (4) (FI); Gallizzi (6), Maciel (10), Ortiz (10), Vildoza (5). DT: L. Ramella.

Parciales: 15-17, 27-32, 52-44, 86-59.
Árbitros: P. Estévez – J. Mendoza
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (Mar del Plata)

Crónica: Alejandro Maldonado Casamajor @alemaldonadopd / Especial para Infoliga.com.ar
Fotos: Demián Schleider www.infoliga.com.ar