Con todos los condimentos que tiene la final que están protagonizando Atenas y Peñarol, que algunos sigan insistiendo con la defensa de los verdes, es agotador. Se duda de la legalidad de la marca del elenco de Rubén Magnano como si la Liga Nacional fuera una isla y no se conociera cómo se juega (y defiende) en otras regiones, principalmente en Europa. Es una polémica fuera de lugar cuando la temporada está en los tramos finales. Las críticas comenzaron apenas el elenco de barrio General Bustos arrasó con el primer torneo de la campaña, la Copa Argentina, en Bahía Blanca.
Resulta llamativo que entrenadores, ex jugadores y hasta periodistas, de vasta experiencia, que han visto en vivo partidos del básquetbol europeo y hasta de la misma NBA, y que siguieron el proceso exitoso de Magnano al frente de la Selección, insistan con la forma de defender de Atenas, que claramente es lícita, más allá que sea dura y asfixiante. Insinuar que con la manera de jugar de Atenas no se acercará más público al básquetbol es una equivocación grande como las distancias que recorren los clubes de la Liga, porque este equipo verde fue seguido por más espectadores a lo largo de la campaña que aún en las épocas doradas cuando lideraban Marcelo Milanesio y Héctor Campana. Y la muestra final son las 10.000 personas que colmaron, por noche el Orfeo, y que agotaron las entradas con días de anticipación.
Magnano, ya cansado de las quejas de su colegas, soltó a este diario “los que critican es porque no tienen la capacidad de llegarle a sus jugadores sobre cómo defender”. Y agregó que “no existe el medio foul o el tres cuarto de foul”, de que se quejan muchos. Juan Manuel Locatelli estuvo más grafico: “Es porque no tienen otra pelotudés de que hablar o escribir”.
Con las críticas, parece que se busca condicionar a los árbitros, no se sabe con qué fin.
Opinión: Marcelo Chaijale – Dario La Mañana de Córdoba