El viernes hubo que madrugar, Argentina jugaba en primer turno y debíamos que llegar temprano al Coliseo. Nos acercó un argentino que vive en la Isla hace 30 años, amigo de Mauricio Giaconia de Radio Rivadavia.Tocó bailar con la más fea, al menos del grupo. Segunda derrota aunque esta vez con muestras de mejoría. No hay mucho más para agregar.
Pasé casi todo el día metido en la sala de prensa editando y enviando fotos. A la tarde me crucé al Mall a hacer una especie de almuerzo-merienda y volví para ver el último juego de la jornada: Puelto Lico-Uruguay. Triunfo fácil para los locales.
En nuestro regreso a casa nos tocó el tachero inexperto, le erró en el camino y terminamos embotellados en la Ashford Ave., un viernes a la noche.
Dejamos las mochilas en la pieza y rápidamente caminamos las seis cuadras que nos separan hasta nuestro restaurant oficial. En el trayecto nos cruzamos con tres party bus. Son guaguas convertidas en disco: vidrios polarizados, música a full, luces y demás.
El sábado pasé el desayuno de largo, estaba muy cansado así que le pegué hasta el mediodía casi. Total Argentina jugaba a último turno así que había tiempo. Una copiosa lluvia, que duró un par de horas, nos impidió dejar el hotel. Picamos algo al paso y fuimos para el Coliseo.
Uruguay le ganó, con garra y corazón, a Canadá sobre el cierre. Dominicana, con lo justo, superó a Venezuela y después, ¡Por fin ganó Argentina!.
Terminamos muy tarde, casi cerramos el estadio. Llamamos a Manuel, el tachero que nos había llevado al Old San Juan, y nos volvimos para la zona de Condado con algunos colegas. Intentamos cenar en un restaurant argento pero, tras ver la carta, emprendimos la retirada. Julián Mozo, del Diario Olé, sugirió ir a comer a Green House. Estaba a full así que tuvimos que esperar un rato. Por suerte valió la pena, bastante bueno el roasted chicken que me pedí.
Marcelo Demián Schleider – enviado especial a Puerto Rico