Panamá: Día 1 y 2

Ya cuando el avión de Copa Airlines tocó suelo panameño, minutos después de las 10.30am del viernes, pude sentir que el calor es realmente agobiante en este país caribeño. La temperatura media anual es de 27 grados centígrados y esta es la época seca. Existen distintas versiones sobre el origen del nombre Panamá. Unos dicen […]


Ya cuando el avión de Copa Airlines tocó suelo panameño, minutos después de las 10.30am del viernes, pude sentir que el calor es realmente agobiante en este país caribeño. La temperatura media anual es de 27 grados centígrados y esta es la época seca.

Existen distintas versiones sobre el origen del nombre Panamá. Unos dicen que se adoptó por un árbol muy común en esta región, llamado Panamá.

Otros lo atribuyen a que la población fue fundada en el mes de agosto, cuando hay muchísimas mariposas y que Panamá significa, en lengua indígena «abundancia de mariposas».

La más conocida de estas versiones es la que establece, que el nombre lo tenía una ranchería de indios pescadores, que existía cerca de la playa, en el lugar de la primera fundación de la ciudad, y que los indios la llamaban PANAMÁ, para significar que había abundancia de peces.

Últimamente, los grandes jefes de la tribu Kuna entre ellos, Nele Kantule, aseguran que la palabra Panamá se deriva de «Pannaba», de la lengua Kuna que quiere decir «muy lejos».

Lo cierto es, que a los españoles les gustó el vocablo, y lo adoptaron para la primera ciudad fundada en el Pacífico y que con el tiempo fue aplicado a todo el territorio.

Vaya a saber cual de todas estas versiones es la verdadera…

Acá el tránsito es un verdadero desorden. Para peor, las calles no tienen el cartel con el nombre y son verdaderos laberintos. Yo debía llegar a mi apartamento en el condominio Park View I de El Dorado y en lugar de decirme la dirección del inmueble me dijeron que le indique al taxista que iba al edificio en El Dorado que está en la misma calle del Niko Café, entre el Citi Bank y el Banco General, increible pero real. Es el día de hoy que todavía no pude descubrir cómo se llama la calle que veo por la ventana de mi habitación.

Tras haberme instalado en mi habitación y luego de darme una ducha con agua tibia tirando a fría, previa testeada del WIFI, bajé para conseguir un taxi que me llevara al Arena Roberto Durán.

Me habían dicho que, como era viernes, tenía que salir con mucha anticipación porque hay grandes embotellamientos y se puede tardar mucho hasta llegar a destino. Por suerte los taxis son muy baratos y tienen una tarifa fija que varía según la zona a donde uno se dirige. Pero lo curioso de todo es que son una especie de cole-taxi, van parando por el camino y cargan gente que vayan para el mismo lado al que va uno. El Barba, primer tachero que me llevó, me cobró 5 balboas. En realidad son 5 dólares estadounidenses, no sé para que algunos insisten con esa moneda, acá los únicos billetes que circulan son los del país de Obama, jamás ví otro color de papel que no sea verde.

A la vuelta, junto a Cachacho y El Profe Puleo de Tiempo Deportivo Radio; Antonio Fernández, dirigente de Peñarol y Fernando Tulo Rivero, asistente de Sergio Hernández nos volvimos, todos juntos y muy apretados, para el centro de la ciudad.

Intentamos cenar en una parrilla llamada Martín Fierro pero ya estaba cerrada. Recién eran las 23 pero parece que la gente cena temprano. No nos quedó otra opción que comer en el Hotel en donde se hospeda el plantel, larga sobremesa con Robles, Fernández, Rivero y Hernández y me volví para El Dorado.

En mi segundo día decidí despertarme un poco más tarde, hice un ratito de pileta, piqué algo y salí en busca del auto amarillo para que me depositara en el Durán. El primero que paré no me quiso llevar, es común que no acepten viajes largos, no les conviene. En el segundo intento conseguí mi cometido. Cómo me habían dicho que 5 dólares era un robo por el viaje y que debería costarme 3.25 le pregunté al tachero la tarifa pero el muy pícaro me contestó con una pregunta «¿cuánto pagó hasta ahí?», 3.25 le dije. «Ok, suba».

El taxi no tenía aire ni tampoco manija para bajar el vidrio. Encima tenía la rumba fuerte, hablaba muy cerrado y además, me tuve que bancar todo el viaje a la doña (sí, el tachero salió a laburar y su mujer le hacía compañía), cantando al compás de la radio.

Esta vez, por ser sábado, el viaje fue más corto, llegué en 25 minutos.

A la salida del Arena Durán, y con la clasificación al Final Four consumada, mientras esperaba que pase un taxi miré un poquito de un partido de fútbol que se jugaba en la cancha de enfrente y se veía desde la calle.

Pasó un taxi con una persona en el asiento del acompañante, le hice señas como si yo fuera local y le dije que iba para El Dorado, me dijo que primero lo dejaba al señor en la Vía España y de ahí seguíamos. Acá se viaja adelante, según me dijo un taxista es por seguridad. «Si te van a pegar un tiro que lo hagan de frente y no por la espalda…», me dejó tranquilo el muchacho, je. Sólo me cobró 3 balboas (dólares). Cada vez más barato.

Dejé la mochila con mis cosas y me crucé a cenar al Niko Café que está abierto las 24hs. Se estila bastante dejar abierto de corrido. También hay varios supermercados que no cierran nunca.

1.45 am, hora local, ya se me cierran los ojos. Mañana, si logro levantarme temprano, iré a dar una vuelta por el Canal y por el Casco Viejo.

Demián Schleider – enviado especial a Panamá