Un diálogo extenso y distendido con Carlos Eduardo Romano, luego de la eliminación de la Asociación Atlética Quimsa de la Liga Nacional. El armado del equipo, los picos de rendimiento y el karma de las lesiones. Los juegos finales ante el Centro de Juventud Sionista y sus ganas de continuar con este proceso. También habló de su comentada relación con Julio Mázzaro. La palabra autorizada y frontal del entrenador que llevó a la entidad fusionada a sus primeras conquistas, como la Copa Argentina y la Liga Sudamericana.
¿Cómo fue el armado del equipo?
Como la prioridad del club era ganar un campeonato se avanzó en la conformación del plantel teniendo a Julio (Mázzaro) que ya estaba, más la renovación de Jony (Treise). Lo primero fue elegir un base suplente y otro alternativo, y como no pudimos contratar a Gabo (Mikulas) fuimos por Román González. Con esa base nos pareció que tendríamos un equipo con carácter y ambiciones. Después se pensó en los reemplazos para cada uno de ellos. Al tener goleo garantizado busqué un todo terreno con Dionisio Gómez y un americano que jugara de 3 natural y con capacidad para adaptarse a los sistemas como Albert White.
Un equipo versátil con jugadores que podían cumplir más de una función.
Me daba un volumen de alternativas ofensivas y defensivas que todo entrenador busca. Por ejemplo, Jony con su tiro puede jugar tranquilamente de 2. Un entrenador quiere volumen de cosas tácticas, es por eso que quedé muy conforme al tener tantos jugadores que pudieran cumplir más de un rol, salvo Balbi que juega únicamente de 1 y Román de 5.
¿Se imagina tanta ansiedad con el equipo que se estaba delineando?
Yo sabía que en esta temporada las exigencias iban a ser mayores luego de haber dejado al equipo fuera de la zona del descenso y de perder la sudamericana en la última pelota. Obviamente que cuando comienzan a verse los resultados la dirigencia y los hinchas se entusiasman y quieren más. Por suerte armamos un plantel balanceado y con hambre de conseguir cosas que respondió a las expectativas.
Quimsa sufrió una merma en su rendimiento con una seguidilla importante de lesiones. Esto llegó a influir con el tiempo inclusive en el cambio posterior del extranjero, ¿cómo fue ese proceso?
Cuando llega ese corte nosotros estábamos con Julio operado, Pablo Gil lesionado y el único base que me quedaba era Jony. Hay un momento del equipo en donde prácticamente me quedo sin 2 porque a Pepe Muruaga lo usaba de 1. Para explicar esto hay que marcar picos de rendimiento muy importantes como el campeonato en Trelew, sin Dionisio; las revanchas contra Flamengo al que le ganamos por 30 luego de haber perdido la final en la edición pasada de la sudamericana y la victoria con holgura ante Libertad que nos dio el campeonato, después del 4-0 en la definición de la liga con este mismo equipo. Después, cuando veníamos en un alto nivel defensivo y ofensivo, y en donde prácticamente no tenía ni que levantarme del banco para dar indicaciones como frente al Atenas de Magnano en la Liga de las Américas en Córdoba, comenzó la sangría con las bajas de Marín y Balbi. Cuando retomamos al año siguiente, el “Pájaro” ya tenía reemplazante y a los 10 días comenzó la lesión de Julio que aguantó con dolor los partidos que pudo, inclusive jugando de 1 y medio. Otro punto alto fue contra Halcones de Xalapa en una tremenda noche, pero lamentablemente perdimos a Jony. Al otro día no teníamos un base para jugar la final anticipada ante Peñarol y el golpe fue muy duro. Para rearmarnos fuimos por partes, con Gil de 2 y 3, Pepe de base y cuidando a Jony de una lesión que nos costó 5 derrotas. Cuando uno se pone bien nos dimos cuenta que no tenemos un 2 natural y encima Julio se opera. Entonces pensé que estaba volviendo Marín y no significaba un gasto para el club. Allí se adelantó su regreso y recuperamos un conocido de la casa que juega de 2-3, sin el tiro de Julio pero que penetra y me daba tranquilidad para pasar la mitad de la cancha ayudando a Jony. El cambio de Albert pasó por eso. Para mi fue un jugador magnífico al que le expliqué la situación, le agradecí, y pedí disculpas, pero era lo que el equipo necesitaba en ese momento.
El cuadrangular de Córdoba por la Liga de las Américas fue de quiebre para este equipo, dio la sensación que no pudo recuperar su nivel.
A partir de ese 6 de diciembre no fue más mi equipo. No tengo dudas que Franco Balbi iba a ser reconocido como revelación del año y mejor sexto hombre. Mis jugadores sobrellevaron un montón de situaciones y que no son fáciles. Al salir bicampeones tan rápido todos nos querían voltear porque éramos la sensación. Muchas veces fuimos a jugar con 6 o 7 jugadores y no le lloramos a nadie. Cada jugador puso el esfuerzo para reemplazar al que faltaba tomando responsabilidades que no estaban acostumbrados, como el caso de Tintorelli que jugó de 4 rápido y defendió a un 5 por largos minutos. Por eso estoy tan orgulloso de mis jugadores y de los títulos conseguidos. Además no hay que olvidarse que terminamos 5-1 en los clásicos, otro dato importante.
¿Qué análisis hace de los juegos frente a Sionista?
En este proceso tuve un momento de mucha calentura cuando Pepe Muruaga se levantó a la mañana con 40 grados de temperatura y dos horas después aparece Dionisio Gómez con el esguince. Quiero decir con esto que Sionista comenzó la serie más fresco. Nosotros nos quedamos sin marcador para Cequeira y sin el 4 todo terreno. La prueba de lo que digo está en que al segundo juego lo podíamos haber ganado, pero ya estábamos desgastados luego de jugar con 6 jugadores todo el partido y con Pepe todavía con fiebre. El tercer juego lo sacamos adelante con esos mismos jugadores, más Dionisio entablillado y Pepe un poco mejor. Mi evaluación dice que Sionista aprovechó el desgaste de los dos primeros partidos en Paraná.
¿Siente que Quimsa estaba para más?
Con mi equipo completo, o al menos con Balbi de regreso cuando lo hizo Marín, estábamos entre los cuatro mejores, y cómodos. Pepe volvía a jugar de 2 y Fede se acomodaba. Hay que tener en cuenta que en los últimos 16 partidos el único que jugó en su puesto original fue Román. Además, la cantidad de juegos en poco tiempo no permite cambiar muchas cosas cuando te persiguen las lesiones. Por ejemplo, una ofensiva “inside” para Dionisio, que la juega bárbaro, la tuve que cambiar por un bloqueo para un tirador. Las opciones hay que tomarlas por lo que tienes a mano en el momento. Repito, si tenía a todos los jugadores entrábamos a semifinales sin problemas.
¿Hasta aquí cómo la pasó en Quimsa?
Llevo 1 año y 3 meses espectaculares en este club. Dirigí aceptando todos los desafíos y me sentí bárbaro, con la gente en la calle dándome aliento, o en el estadio. Yo soy del norte y conozco esta idiosincrasia, es por eso que la llevo tan bien. Estoy muy agradecido a todos.
¿Le gustaría continuar?
Mi intención es seguir, convencido que las presiones serán diferentes. Entiendo que hay que darles tiempo a los dirigentes pero de mi parte la prioridad la tiene Quimsa.
Para usted o para el entrenador que venga ya queda una base importante de jugadores que solo habrá que retocarla.
Exacto. Estos jugadores ya demostraron lo que pueden dar, solo resta ver cuales serán los objetivos de la dirigencia en la que será la nueva campaña. Hasta aquí los únicos equipos que ganaron cosas fueron Quimsa y Peñarol, y por algo será. Todo esto hay que ver a la hora de los análisis y las toma de decisiones. No es fácil salir campeón.
Se habló mucho de su relación con Julio Mázzaro, ¿qué puede decir?
Nos dimos un abrazo cuando perdió el equipo el viernes, además yo hablaba todos los días cuando él se sentaba en el banco de suplentes durante los entrenamientos. Es una persona muy inteligente, un profesional de primera línea con el que nos entendemos con pocas señas, porque tiene mucho básquet en su cabeza. Nos une una excelente relación con mucho respeto de por medio. Los de afuera pueden imaginar cualquier cosa, obviamente me tiene sin cuidado.
Entrevista: Guillermo Japaze – Basket de Santiago