Luis Scola, emblema de la Generación Dorada del básquetbol, resultó el faro que guió a la delegación argentina en la ceremonia inaugural de los 31ros. Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, desarrollada esta noche bajo una imponente sinfonía de colores, que hizo hincapié también en la diversidad cultural de los tiempos modernos.
El capitán del que quizás sea el equipo colectivo más prestigioso de la historia del deporte argentino hizo su ingreso a un estadio Maracaná en ebullición a las 20.59; apenas cinco minutos después de lo previsto originalmente.
El jugador surgido de las divisiones formativas de Ferro Carril Oeste y hoy flamante refuerzo de los Brooklyn Nets de la NBA estaba vestido con un traje azul y corbata al tono, la indumentaria formal de la delegación argentina.
El histórico número 4, el máximo goleador en competencias oficiales o el jugador con presencia ‘Sarmientina’ en las distintas competencias internacionales desde hace 16 años. Todo eso representa Scola, quien portó la enseña nacional y sus ‘escuderos’ le cuidaban las espaldas.
Además, por primera vez en la noche se escuchó una ovación de parte de la asistencia, sobre todo la ubicada en los asientos superiores.
Las chicas del hockey sobre césped (Las Leonas), sus pares del hockey masculino, los propios compañeros del ‘Gran Capitán’, los integrantes del equipo de boxeo, los combinados del handball masculino y femenino, entre otros. Todos mostraban su satisfacción, saludaban a las cámaras de TV, reían y saltaban para intentar decorar un momento que si no es único pocas veces se repite: desfilar con una delegación en un JJ. OO.
Tras los discursos (el presidente del COI, Thomas Bach; y el titular del comité organizador, Carlos Nuzman); la apertura oficial de los Juegos declarada por el presidente interino del país, Michel Temer (sonoramente abucheado); y la presentación de Gilberto Gil, Caetano Veloso y Anitta; el esperado broche de la fiesta fue la llegada de la antorcha y el encendido del pebetero olímpico: descartado el mítico ex futbolista Pelé por motivos de salud, la incógnita de quién sería el ‘privilegiado’ se empezó a despejar con la aparición del ex tenista Gustavo «Guga» Kuerten, indiscutible ídolo de los brasileños.
Kuerten, dentro del estadio, le pasó la antorcha a la basquetbolista Hortencia y ella, finalmente, se la cedió al maratonista Vanderlei Lima, a quien un pastor lrlandés -quien saltó a la pista- le impidió ganar la medalla de oro de su especialidad en Atenas 2004.
Con las llamas en alto, entonces sí, la fiesta quedó formalmente inaugurada. Y ahora será el turno de las competencias.
Informe: Télam