Los abrazos no alcanzan. La emoción es mucha y el desgaste también. Argentina ganó un partido increíble porque no se entregó nunca contra Brasil y un Arena Carioca 1 en contra. Lo empató a tres segundos del final del tiempo regular por un triple de Andrés Nocioni, la figura de la cancha, y lo ganó en el segundo suplementario. Un encendido Campazzo fue clave para asegurar el triunfo por 111 a 107. La Selección de Sergio Hernández, además, se llevó el premio del pase a cuartos de final, cuando todavía le falta el último partido del grupo contra España.
Es un deporte muy difícil de jugar el básquetbol, pero si se comprende su filosofía, el camino estará más cerca de ser el preciso para llegar a buen término. Lo demostró el primer tiempo de Brasil-Argentina. De otra manera no se puede comprender cómo la Selección pasó de ganar 30-19 en el comienzo del segundo cuarto a irse al descanso perdiendo 52-44, con un parcial de 33-16 para Brasil en esos segundos diez minutos.
Cuando estuvo en la cancha la formación titular de la Argentina, la fluidez hizo pie en el rectángulo de juego, y así el equipo pudo quebrar la paridad que le presentaba el local con una racha de 8-0 en 1m40, con dos triples de Nocioni y un doble de Scola, con asistencia de Campazzo. Brasil sentía la presión de la localía y del estadio en silencio y así fue como Argentina se alejó a 10 tantos (24-14) gracias a triples de Scola (3-3 de campo hasta ahí) y Nocioni (4-4 triples), con 5 asistencias de Campazzo en el cuarto.
Guilherme respondió con un triple viniendo desde el banco que movió Magnano para cambiarle la cara a la Selección local, pero todo terminó con un robo de Garino en la salida de fondo del local y la volcada del marplatense cerró 28-19 los primeros 10 minutos. Nocioni, tras una asistencia de Delía, estiró a 11 la ventaja (30-19), pero hasta ahí llegó la embestida argentina.
Sergio Hernández decidió dejar en el banco a Campazzo, Scola y Ginóbili, por lo que Argentina se plantó con Laprovíttola, Delfino, Nocioni, Mainoldi y Delía. Y del otro lado, Magnano prefirió al segundo bloque brasileño. Y los suplentes verdeamarelos fueron sólidos a la hora de rotar la pelota y encontrar el hombre mejor ubicado. Eso fue lo que perdió Argentina, además de cometer errores en el ataque que costaron caro en defensa.
Hablar de un parcial de 23-5 para Brasil es hablar de los triples de Benite, de que Neto no hizo sentir que Huertas estaba en el banco y, sobre todo, de que Guilherme es el corazón de la Selección local. Un histórico alero que anotaba desde lejos y dejaba el alma en cada jugada, gritando cada recupero o falta forzada. Fue el símbolo de la levantada brasileña.
Argentina era Nocionidependiente (anotó 21 de los 44 puntos del equipo en el primer tiempo) y Manu y Scola regresaron recién en la mitad del cuarto, cuando Brasil había pasado al frente y venía con el ánimo por el cielo. El de Argentina estaba por el piso. Luifa aplaudía en todo momento para levantárselo a sus compañeros, pero llegaba hasta un punto.
El cuarto se cerró con los titulares en la cancha y ocho puntos de desventaja (52-44). La efectividad lo había sido todo: Argentina, 36 por ciento en tiros de cancha; Brasil, 65 por ciento. Y los 11 rebotes locales marcaban la poca intensidad defensiva argentina y la falta de puntería. No venía bien barajada la mano. Para nada.
Menos aún cuando Scola y Nocioni sumaron tres faltas y Manu fue a descansar.
Argentina sólo embocaba con los lanzamientos externos, de la mano caliente de Nocioni. Brasil ganaba por 10 (63-53) y entonces llegó una ráfaga de amor propio. Orgullo por estar jugando sin brillo. Campazzo aportó un triple, Chapu sumó libres, Deck corrió bien rápido para aprovechar una asistencia de Campazzo y el mismo petiso cordobés dio vuelta el partido para el 64-63 con un 11-0 en 2m06.
El estadio era un hervidero. De los dos lados, con dominio local, claro. Y fue parejo hasta la chicharra parcial, aunque Brasil cerró mejor para el 72-67 con el que llegaron al último cuarto.
Sería un parto hasta el final, con mucho nerviosismo adentro y afuera de la cancha. Brasil llegó 77-73 a la mitad del cuarto gracias a Nené y Argentina tuvo mala fortuna con algún lanzamiento errado pero necesitó haber convertido un par de libres errados. Apostaba al triple la Selección, pero no se le daba. Y el aro se le cerraba.
Brasil se aferraba a la distancia de 81-75 con 3m11 para el final, pero Argentina no se entregó. Luchó y tuvo premio de la mano de Nocioni, de enorme partido: con tres segundos por jugar, y con su séptimo triple, igualó en 85 el partido y se fueron al suplementario.
El show de Nené en la pintura le permitió a Brasil seguir en ventaja. Sin embargo, otro tiple de Nocioni en su mejor actuación en un Juego Olímpico ponía nuevamente a tiro a los de Hernández, que quedaban 93-94 con 48.3 segundos por jugar. Apenas un acierto de los dos disponibles en la línea de libres puso a Brasil a dos, pero un doble de Campazzo volvió a emparejar el trámite (95-95). El tiro de Manu, antes de la chicharra, no fue certero y el triunfo se escapó.
El segundo tiempo suplementario no pudo haber sido mejor: Campazzo se encendió y dos triples suyos pusieron a la Selección 101 a 95. La distancia se amplió con otro doble, pero Brasil sumó hasta llegar a 100 y volvió a poner en peligro a Argentina, donde encima Manu fallaba sus libres. Garino acertó de tres pero, a 1m17 para el final, un doble dejó a los locales a un punto (106-105).
Ginóbili, muy marcado, volvió a fallar pero una falta sobre Campazzo volvió a encender la ilusión: el del Real Madrid no falló. Con 35.9s por delante, Brasil tuvo la posesión pero no acertó y le quedó a Argentina, que volvió a la línea de libres con Campazzo. Esta vez, el cordobés acertó uno (109-105) y la situación pasó al otro aro, con Nocioni mirando desde el banco porque había llegado a la quinta. Leandrinho acertó los suyos y aunque luego Delfino falló los suyos a Brasil no le alcanzó. Manu, con baja efectividad en el partido, fue preciso y marcó el 111 a 107 final para que Argentina se llevara el premio mayor.