Pero el «Chapa» no se achica, acepta el reto y asegura estar listo. En su historia, arriesgar ha sido una constante. Con 16 años se fue de su casa a intentar ser alguien en el básquet y a los 18 viajó a Estados Unidos para perseguir ese sueño.
Hoy, mientras disfruta de un café con leche y dos medialunas en la sede del «Milrayitas», recuerda que vivió seis meses con unos mexicanos desconocidos y durmiendo en un sillón. Que un entrenador lo vio destacarse entre «yankees» y lo becó, que estuvo en la universidad y se graduó en ciencias sociales. Más acá, historia conocida: campeón y figura con el Valdivia chileno en la Liga Nacional y nuevo desafío por venir en el único tricampeón de Argentina.
– ¿Cuáles son tus primeras impresiones del Mundo Peñarol?
– Me gusta mucho el ambiente. Los compañeros me causaron buena impresión. Obviamente es otro nivel el que se juega aquí, en comparación a Chile. Tengo mucho hambre, muchas ganas de entrenar, mejorar y aportarle al equipo. Es mi trabajo así que tengo que rendir y estoy dispuesto a hacer lo que equipo necesite de mí.
– Hablaste de hambre, de demostrar y rendir. ¿Puede jugarte en contra la ansiedad?
– No creo. La ansiedad la manejo. Tengo ganas. La ansiedad es buena, lo que es malo es el nerviosismo. Son dos cosas distintas. Quiero que empiece la «cosa» y que mejore individualmente y también el equipo.
– Me refiero a que, por ejemplo, no sería bueno que en estos primeros entrenamientos tires 20 triples porque querés demostrar…
– No, claro. Obviamente. El coach dice que le da libertad a los jugadores y que yo puedo tomar mis tiros. A veces no lo tomo y me dice que lo haga. Me dijo que haga mi juego y que si ve que estoy abusando me dirá que pare un poquito.
– ¿Antes de venir seguías a la Liga Nacional?
– La verdad que no. Soy mucho más seguidor de la NBA. Miro videos, trato de estudiar y copiar a varios jugadores. Sé lo que es Peñarol, su tradición, pero no seguía los resultados.
– ¿Qué te atrapó de Peñarol?
– La fanaticada, el ambiente. Es muy diferente lo que se vive acá. Me hablaron de los clásicos y la hinchada. Que la gente en la calle ya sabe que eres jugador y que se siente más fuerte cuando pierdes y cuando ganas. Eso me llamó la atención.
– ¿Sentís que vas a tener una atención especial sobre tu rendimiento?
– Obviamente. No hay muchos chilenos jugando en Ligas tan importantes entonces sé que voy a estar bajo la mira. Tengo que rendir, porque van a empezar a decir «ah, ese chilenito». Como no somos muy reconocidos en el básquet, puedo llegar a llevarme más críticas si no juego bien.
– El jugador sudamericano tiene un plus por su garra y su energía, que le sirve para compensar la falta de técnica o talento en algunos casos. ¿Vos tenés esa característica?
– Sí. Cuando uno firma un contrato debe dejar todo y ponerse la camiseta. Tengo que sentir el equipo. Si hay una pelota perdida me voy a tirar al suelo, voy defender y meter mucha garra. Estoy jugando por Peñarol y es mi club.
– ¿Qué clase de jugador vamos a ver?
– Mi juego se basa en el contraataque. La mayoría de mis goles son por correr la cancha. Me gusta jugar pick and roll, pero todo depende del rol que me toque en el equipo. Si me toca estar en la esquina, que me llegue la pelota y lanzarla, voy a practicar ese tiro para poder meterlo.
– ¿Cómo han sido los primeros momentos compartidos con un histórico como Leo Gutiérrez?
– No hemos hablado mucho pero en lo poco de cinco contra cinco que entrenamos me dio muchos consejos. Quiero construir una buena relación con él, escucharlo y aprender porque quiero ser un líder. Sé de su trayectoria, de todo lo que ha ganado. Tengo 25 años y estoy en esa etapa en la que ya no soy un juvenil. Ya tengo que tener un papel diferente, no puedo ser el pendejo. Debo tomar un papel más de adulto y alcanzar una madurez de personalidad.
– ¿En la temporada pasada estuviste cerca de venir?
– En la época en la que Giorgetti (Franco) se operó el hombro, la «Oveja» me contactó personalmente, porque yo no tengo agente. Le pidió el número a Daniel Frola, quería que yo me viniera, pero estábamos jugando la semifinal. Me moría de ganas de venir pero era una falta de respeto. Para esta temporada me habló Alfredo Miño, yo tenía medio año más de contrato pero con una cláusula de salida y los dirigentes de Valdivia no me hicieron problemas.
– ¿Qué objetivos trajiste a Mar del Plata?
– Es mi primer año jugando en otro país de una forma profesional. Esa es mi primera meta cumplida. De ahora en adelante quiero mejorar. Soy un jugador que no se conforma nunca y sé que puedo dar un poquito más siempre. Ojalá este año pueda tener un buen rendimiento individual y que el equipo logre cosas porque eso nos va a servir a todos.
Informe: Prensa Peñarol