Con una funda. Así parecía estar el aro de Instituto en el primer cuarto del partido. Las bolas no entraban y las soluciones no llegaban. San Martín lo aprovechó con Mainoldi (11 en el cuarto) como líder y una gran defensa para escaparse hasta por 15 (27-12) y quedarse con el 29-19 inicial.
En los segundos diez el albirrojo mejoró en los dos costados con Pablo Bertone como hombre del momento; pero los correntinos, con el tiro de tres puntos como principal arma de batalla, tuvieron la gran capacidad de no dejarlo notar. Cada distracción se pagó caro y al descanso la visita se fue adelante 49-38.
A la vuelta La Gloria intentó de todas las formas posibles, pero el aceitado rodaje de los dirigidos por Sebastián González no permitía ver la luz ni el hueco por dónde entrar. Hasta que se logró. Después de tocar una diferencia de 18 puntos a poco más de 6 minutos, los cordobeses con mucha actitud y recuperando la memoria perdida hasta ese momento acortaron a 68-60. Se pusieron en juego y el cierre ya mostraba que podía ser una nueva historia.
Y los últimos diez se transformaron en una caldera. El Ángel Sandrín hervía con un Instituto creyente de sus posibilidades. Colectivamente el equipo sacó la cara, se mostró como en noches anteriores y le dio batalla a San Martín. Le logró torcer el brazo con el hombre de la casa: Pablo Bruna, que llegó desde la banca y se convirtió en figura junto a Pablo Bertone. El base le dio ventaja al equipo 72-70 y todo fue para alquilar balcones, hasta la última bola.
Acción ofensiva, 3 segundos del cierre, bola cortada a Sam Clancy que depositó “la basura” y festejo generalizado. Triunfazo de un Instituto que sigue creciendo, que no se detiene y que demostró ante el líder que está para cosas importantes. Fue 85-83 y a otra cosa. Explotó el Sandrín y en Alta Córdoba todo fue fiesta.
Informe: Prensa Instituto