Peñarol de Mar del Plata, que debía ganar por 5 puntos o más, perdió 77-68 con los Halcones Rojos de Veracruz y se despidió de la Liga de las Américas 2010-2011. La figura del juego fue Brandon Robinson con 30 puntos y 14 rebotes. En el Milrayitas, Kyle LaMonte terminó con 22.
Se terminó la ilusión de retener el título de la Liga de las Américas de básquetbol para Peñarol. El equipo marplatense perdió 77 a 68 ante Halcones Rojos, el equipo local, en el partido que cerró la tercera y última jugada del cuadrangular semifinal disputado en esta ciudad.
La posibilidad de la clasificación para los «milrayitas» estuvo muy cerca en el primer partido, en el que necesitaba una victoria de Flamengo sobre Capitanes de Arecibo. Pero los brasileños, que siempre fueron en ventaja, aflojaron en el final y los puertorriqueños se impusieron 87-85 con un doble de Larry Ayuso en la última jugada.
Sabiendo que debía ganar por cinco puntos para alcanzar la clasificación al Final Four, Peñarol salió a la cancha enfocado en defender duro para conseguirla. Y llevó el partido al terreno al que le convenía. Mucha defensa, juego físico y control del ritmo de ataque para quitarle al rival una de sus armas predilectas: el contraataque.
Lo logró en buena parte del primer tiempo. En el primer cuarto prevaleció con una muy buena gestión de Martín Leiva en la pintura. Y en el segundo parcial llegó a sacar una diferencia de 30-25 que lo ponía en la situación deseada.
Pero Halcones también jugó duro y defendió. Su secreto fue contener a Leo Gutiérrez. Y en los últimos minutos del primer tiempo «secó» al equipo marplatense, que ya no pudo anotar. De la mano de Brandon Robinson metió un parcial de 7-0 y se fue al descanso arriba por 32-30.
Todavía Peñarol estaba en partido. Pero empezó a despedirse de las posibilidades de retener el título en el tercer cuarto. Por varios motivos: flojos porcentajes de su tiro abierto, poco aporte de Gutiérrez, excesiva dependencia de Lamonte cuando nada salía y, por sobre todas las cosas, nulo bloqueo del rebote en su propio canasto.
El panameño Lloreda se hizo un pic-nic cargando el rebote de ataque y convirtiendo en segundas instancias. Ese, y no otro, fue el secreto del partido. Halcones martirizó a Peñarol de esa manera y sacó una diferencia de ocho puntos.
En el cuarto final Sergio Hernández apostó por prescindir de Leiva a riesgo de debilitar todavía más el rebote para jugar las ofensivas bien abiertas y buscar lo que a esa altura era un milagro con el tiro de tres puntos. Después de un par de aciertos de Gutiérrez y Tato, logró achicar la brecha a sólo un doble (56-58).
Sin embargo, esa ráfaga duró un suspiro y los mexicanos recuperaron enseguida el control del partido. Sin rebote asegurado, Peñarol fue impotente para detener la superior energía de los Halcones. Y esa debilidad lo hizo resignar el título de campeón de la Liga de las Américas. Un torneo al que le apostó realmente fuerte.
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Crónica: Diario La Capital
Fotos: Demián Schleider www.infoliga.com.ar
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