Con una formación absolutamente novedosa (Fjellerup y Caffaro de titulares, Campazzo y Scola fuera de la rotación), la Selección comenzó el juego con energía renovada, buenos movimientos ofensivos y compromiso en defensa a pesar de las repetidas dificultades para asegurar el rebote. El buen ingreso de Redivo permitió materializar en el marcador esas buenas sensaciones y cerrar el primer chico diez arriba (20-10).
La tendencia del juego se mantuvo durante el segundo cuarto, donde Hernández (que cumplió 100 partidos oficiales como DT del conjunto nacional), movió el banco y apostó un juego de posesiones cortas y mucho vértigo. Gallizzi ingresó muy bien y Redivo se mostró como alternativa permanente. Con esos pocos pero nobles argumentos, Argentina se mantuvo al frente al descanso (35 a 27). Sin jugar bien, sin claridad en el juego estacionado, pero con lucha y aportes individuales. Suficiente.
Ya en el complemento, Hernández mandó a Deck a la cancha y, como durante todo el torneo hasta acá, Deck devolvió puntos de manera inmediata. Anotó 11 tantos (terminó con 13) y permitió sostener la ventaja. No obstante, el equipo definitivamente perdió la poca fluidez que había mostrado y permitió que México se pusiera en partido con Camacho y Estrada como referentes. El cierre, entonces, quedó completamente abierto.
Los diez minutos finales fueron de puro vértigo y poco juego. Argentina definitivamente entró en una anarquía total de la que el rival sacó rédito para pasar al frente, ganar en confianza (gigantesco Estrada) y tomar el control del partido. Fueron los peores momentos del equipo: oscuridad absoluta, falta de convicción y de solidaridad. Por eso, el parcial resultó letal (21-9) y la derrota final terminó siendo un desenlace justo. El equipo de Hernández, de esta manera, cerró la primera fase con dos triunfos y una derrota. Mañana enfrentará en semifinales al perdedor del duelo entre Estados Unidos y Puerto Rico.
Germán Beder / Prensa CABB