A diferencia del cierre del juego anterior, esta vez, la Selección entró con toda su energía y enfoque. Defendiendo fuerte la primera línea con un gran Garino y atacando con agresividad de la mano de Deck (12). No obstante, no fue a partir de las individualidades que tomó la ventaja, sino de su esfuerzo colectivo, la mejor noticia del primer cuarto. Es lo permitió sacar 11 (25-14 a falta de tres minutos, anulando el tiro externo de los norteamericanos, y cerrar el chico 29 a 18.
La tendencia se acentuó en el segundo parcial para una máxima de 33 a 19 (a falta de 8’56’’), porque la segunda línea estuvo a la altura de la primera, Laprovittola pudo sentirse dueño del equipo (15 puntos en un ratito) y condujo con mayor claridad, Delía frenó a los internos rivales y el juego asociado llevó al rival a la frustración. Fue el mejor pasaje de Argentina en el torneo, que estiró la ventaja más y más para irse al descanso con una ventaja imprevista de 61 a 36.
Tras el descanso, el equipo de Hernández no aflojó: insistió con defensa y puntos rápidos de contra, sin perder intensidad ni prolijidad. Esta vez no hubo lagunas. Volvieron Scola y Campazzo con ganas de más y Deck ratificó que es jugador más regular del plantel hasta acá. La diferencia, entonces, se estiró más y más (llegó a ser de 40) hasta terminar de quebrar a los jóvenes estadounidenses que, entre la frustración y el desencanto, tiraron la toalla.
El último cuarto fue sólo un formalismo. Los chicos estadounidenses intentaron una tibia reacción pero tampoco tuvieron efectividad con el triple como para ganar confianza. Y mientras todo eso pasaba, Scola siguió sumando puntos (concluyó con 20). Los 114 fueron la máxima anotación de los argentinos en el torneo (habían anotado 102 ante Uruguay).
Con este 114-75, la Selección se aseguró al menos la medalla de Plata. Mañana, a las 23 (hora argentina) definirá el título con Puerto Rico. La única medalla de Oro que registra el elenco nacional en Panamericanos fue en Mar del Plata 1995.
Germán Beder / Prensa CABB