Con un enfoque total, Argentina entró al juego dispuesta a proponer un partido muchísimo más táctico que ante Corea y a controlar el vértigo del rival con defensa intensa y movimiento de pelota en ataque. Así tomó rápidas ventajas y sacó una máxima de 12 (26-14 a falta de un minuto), con Brussino como referencia (ocho), Scola lastimando con su experiencia (siete más cinco rebotes), Garino frustrando anotadores rivales y Campazzo decidiendo siempre con astucia (cuatro asistencias), sin perder una sola pelota. Mejor primer cuarto, imposible. 

Pero como el destino se empecina en hacer sufrir a los argentinos, el equipo entró en una de sus lagunas en el inicio del segundo parcial facilitando la reacción de los africanos, que hasta ese momento estaban totalmente apagados. Y con un parcial de 16-4 tomaron la ventaja (33-32 a falta de cinco minutos). En ese momento, se vio todo lo peor de Argentina: perdidas, falta de rebotes, falta de claridad en ataque y búsqueda de soluciones individuales. El combo negativo produjo que el juego terminara empatado al descanso (43-43). 

Ya en el complemento, el elenco nacional intentó recuperar su búsqueda inicial. Y con buenas defensas, construyó de a poco su confianza perdida. Apareció Laprovittola con puntos de oro, Delía sostuvo la zona pintada y Garino fue la bandera (MVP con 17 puntos, 7 rebotes, 3 robos y 4 tapas. Descomunal). Nigeria, aún con su anarquía, insistió a partir del tiro externo, aunque cada vez forzando más con esa herramienta. Y Argentina, yendo pelota por pelota, logró escaparse a nueve para tomar una ventaja muy valiosa de cara a los diez (72-61) minutos finales. 

El último cuarto fue de puro nerviosismo. Para todos, menos para Hernández, que sorprendió con cambios que trajeron aire fresco y con un Scola determinante en ambos costados, influyendo de manera absoluta como si fuera el de Turquía 2010 (Con sus 23, se convirtió en el segundo goleador de la historia de los Mundiales). Realmente, para sacarse el sombrero. Así, la Selección sacó diez (78-68 a falta de 5’40’’) y se permitió administrar la ventaja retornando a los caminos del cuarto inicial: ofensivas largas y muchísimo esfuerzo para no permitir segundas oportunidades. La máxima llegó a ser de 14 (82-68 restando 4’27’’) y pareció ser el quiebre definitivo. Y en efecto lo fue. Porque si bien Nigeria no quiso entregarse, ya no le dio la nafta. Dos acciones finales de Campazzo demostraron la ambición de todo el equipo, forzando al rival hasta el último segundo. De esta manera, la Selección lo cerró por 94 a 81, para poner un pie en la próxima ronda.

Triunfo de oro para Argentina, que quedó a un paso de la clasificación a la segunda fase y sumó su segundo triunfo en el Mundial. El miércoles cerrará su participación en el Grupo B frente a Rusia.

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Prensa CABB