Extraordinario. La Real Academia Española dice que es algo poco común, que sale fuera del orden o que es mejor que lo ordinario. Ganar cuatro Ligas Nacionales es extraordinario. Salir campeón de América, también. Y dos veces, más. Jugar un partido en la NBA, aún más. Pero en San Lorenzo sucede algo extraño: todo esto se hizo cotidiano. Las luces fuertes no lo encandila, sino que iluminan su camino. Después de cerrar los ojos, el Ciclón se da cuenta de que puso la bandera azulgrana en lo más alto del básquet mundial. Jugó ante los Cavaliers, en el reestreno del Rocket Morgage Fieldhouse. Volvió a la NBA, y el resultado es tan sólo un detalle. Porque el orgullo es mucho más grande. El Ciclón arrancó bien, jugó un gran primer cuarto donde terminó 24-21 arriba. Incluso, obtuvo su mayor diferencia a favor en el partido con un 18-12. Pero los Cavaliers, que tuvieron su rooster completo, empezaron a imponer condiciones primero desde lo físico y, después, con una gran efectividad en ofensiva. El primer tiempo se fue 64-53 para los locales, el tercer cuarto 90-74 y el resultado final fue 120-89. No obstante, San Lorenzo dejó una buena imagen desde las pinceladas del Penka Aguirre, los aportes de Vildoza, la potencia de Dar Tucker y la puntería del Faca Piñero, que hizo su debut con la casaca azulgrana.
El tiempo terminará de enmarcar lo histórico del acontencimiento. Después de su visita a Toronto Raptors en 2016, San Lorenzo volvió a la NBA con un palmarés repleto. El proyecto sigue vigente, mientras el hambre de gloria siga viva y la naranja vuele en Boedo. Y ahora, después de una pretemporada de lujo que incluyó visitas a Uruguay para un Torneo de NBA y el duelo ante los CAVS, el Ciclón encara el Súper 20 de La Liga Nacional. Y el próximo compromiso es en Boedo, este sábado, desde las 21 ante Gimnasia de Comodoro Rivadavia.
Informe: Prensa San Lorenzo