Tal vez golpeados en su orgullo por la paliza sufrida en Córdoba, los venezolanos salieron a jugar como si se tratara de un encuentro oficial. Forzando en cada cortina, agarrando en cada una de las situaciones y luchando con fiereza por cada rebote.

Esta vez a la Argentina no le resultó para nada fácil superar a la defensa vinotinto y sólo encontró respuestas certeras a la hora del lanzamiento externo. En defensa las cosas tampoco le salieron al nivel de lo ocurrido en el Orfeo. Lógico, no siempre se puede jugar perfecto.

En la segunda mitad, más allá de que el juego venezolano continuó siendo rústico (a tal punto que Jasen sufrió un golpe en el rostro que lo obligó a dejar el partido), Argentina salió decidida a liquidar el cotejo. Y encontró a sus cartas fundamentales inspiradas. Scola fue garantía de efectividad, Ginóbili rompió con determinación y Prigioni se erigió en un conductor preciso. Así el equipo de Lamas abrió una brecha que el elenco venezolano ya no podría cerrar, un poco por el cansancio de la poca rotación y otro poco por la manifiesta superioridad albiceleste.

Así Argentina terminó de redondear con algunas jugadas vistosas una nueva victoria y pasó una prueba de carácter ante un elenco que le hizo sentir el rigor que seguramente sufrirán cuando se juegue por los porotos en el Preolímpico de Mar del Plata.

Informe: El Ciudadano