Si Atenas juega así, ¿qué importa cómo termine en la tabla? Si tiene la paciencia oriental, el carácter, y la solidez colectiva de anoche, el Griego puede hacerle partido a cualquiera. ¡Al que se venga! ¿Es para tanto? Parece que sí. Porque frente a un rival muy rico en variantes, el verde tuvo inteligencia, compromiso y volvió a ser ese equipo largo, que se estira como un elástico, y en el que cada uno se siente importante: así fue como le ganó a Quimsa 90-74, para esperar del mejor modo el cierre de la fase regular y, sobre todo, los playoffs de la Liga Nacional.

Después de dos bombazos de Schattmann que cachetearon al local y obligaron al “Che” García a pedir un tiempo muerto a los 51 segundos de juego, Atenas se enderezó de golpe. Y más allá de ciertos vaivenes, dominó la primera parte de la mano de Bruno Lábaque, iluminado para mirar el aro (16 puntos, con 3/4 triples en ese segmento) y con la frialdad necesaria para repartir juego (cinco asistencias del base y otros siete jugadores con puntos en esos 20 minutos).

La visita acortó con un parcial de 7-0, con un muy productivo Sebastián Vega (figura del segundo cuarto) y el Griego reencontró primero el goleo de Lábaque (dos triples más) y luego una ráfaga de nueve unidades, para sacar una máxima de 11 (40-29). Pero el verde no pudo sostener la diferencia: Tintorelli se hizo sentir en la zona pintada y se asoció con Vega, y la brecha se redujo a sólo tres (46-43) a la hora del descanso.

El tercer cuarto fue una joyita para los basquetboleros: se cambiaron seis veces el liderazgo en el marcador y dos veces se miraron cara a cara, empatados, preguntándose de qué lado se inclinaría la balanza. Sobre la báscula se paró Melvin, que clavó tres estocadas de tres puntos en un ratito y permitió el despegue: entonces, con una defensa de locos (con García de ala-pivot y Melvin de 5, lo secó por completo a Quimsa), el verde se fue haciendo duro como una piedra y, encima, metió 15 seguidos para sacar 18 (88-70), resquebrajar por complemento la resistencia de Quimsa y, de paso, asegurarse un triunfo que cotiza lindo para el presente, pero también alimenta el capital de ilusión hacia el futuro.

Crónica: Gabriel Rosenbaun – mundod.com.ar