1) Los Gutiérrez
Cada equipo tiene en su Gutiérrez el jugador franquicia. Los porteños
a Juan, doble MVP. Los marplatenses a Leo, el más ganador de todos los
tiempos. Su función adentro de la cancha es diferente, pero afuera es
muy similar: sostener a su equipo en subida y en bajada. Y esta
promete ser una serie sinuosa.
2) LaMonte y Mázzaro
Dos grandes jugadores con un torneo desparejo, Julio Mázzaro y Kyle
LaMonte son fundamentales para sus equipos. Cuando ellos juegan bien,
suelen cosechar triunfos; cuando su nivel individual declina, las más
de las veces sus equipos conocen la derrota. Les ha tocado el rol de
termómetro de sus planteles, y de su estado dependerá mucho en estas
finales.
3) Lamas y Hernández
Técnico principal y ayudante, alternativamente, de la Selección
Nacional, el alto nivel de los entrenadores que chocan está fuera de
discusión. Pero cada uno es dueño de un estilo muy particular, tanto
en estrategias de juego como en manejo de grupos. Lamas es más
prudente y paternalista. Hernández, más agresivo y horizontal. A pesar
de que sus edades no son tan dispares, pertenecen a generaciones
basquetbolísticas distintas. Su contienda será un partido aparte.
4) Física y química
Los dos planteles son muy sólidos y fundamentan gran parte de su éxito
en un juego defensivo muy físico, sobre todo en la cercanía de los
canastos. Peñarol parece más dinámico en ataque cuando juega con Leo
Gutiérrez, un falso ala-pivot, fuera del arco mayor. Obras puede
volcar más peso sobre el aro rival si Lamas hace saltar al ruedo a sus
dos refuerzos norteamericanos, Washam y Fells. Con dos planteles
largos frente a frente, el funcionamiento de los hombres provenientes
del banco de relevos también será crucial. Nombre por nombre, la
contienda es equiparable en los papeles. Aquí entra a jugar eso que
los analistas llaman «química» y que no puede definirse por completo.
Obras demostró, más allá de los lógicos altibajos de una campaña
larga, que sus jugadores se entienden dentro del campo. Peñarol
mantiene una base por varios años, mostró temple en momentos duros y
tiene un aliciente fundamental: lograr el tricampeonato consecutivo.
5) Silbatos y entorno
Todos los episodios de esta Final se jugarán a estadio completo. Las
parcialidades de ambos equipos son conocidas por su vehemencia al
alentar. Si los simpatizantes mantienen su cabeza fría fuera de la
cancha (se han lamentado incidentes en torneos anteriores, que podrían
haberse evitado con facilidad) y los árbitros dentro, la influencia de
estos factores (cada vez menos) extradeportivos será mínima. El
desafío está planteado para todas las partes.
T. Schleider, especial para InfoLiga.com.ar