Los jugadores argentinos realizaron un recorrido corto por la Gran Muralla China, apenas el tramo inicial del extenso recorrido turístico, y se tomaron fotos en el lugar, ante la mirada de algunos curiosos y el reconocimiento de la mayoría hacia ’Manu’ Ginóbili.
«Esto es impresionante. No había venido nunca y es increíble cómo los chinos construyeron esto. Lástima que nos haya tocado un día con tanta niebla, porque me hubiese gustado ver mejor», comentó Ginóbili a Télam, durante el paseo por el tradicional recorrido turístico.
El alero de los San Antonio Spurs aceptó pacientemente los pedidos de fotos de los chinos, que lo reconocieron inmediatamente. «Ven mucho básquet acá y la gente se te acercan, pero son muy respetuosos. No hay ningún problema», dijo ’Manu’, muy distendido, cuando ya descendía de la Muralla.
«¡Esto es terrible! Físicamente hay que estar muy preparado para subir y bajar de acá. Me parece que el entrenamiento de esta tarde arranca a las 5 y termina a las 5 y media», bromeó el cordobés Fabricio Oberto, en charla informal con Télam.
La actividad fue optativa para los jugadores, pero sólo tres decidieron quedarse descansando en el hotel de la Villa Olímpica: Luis Scola -uno de los más conocidos aquí por ser compañero de equipo del chino Yao Ming-, Leonadro Gutiérrez y Federico Kammerichs.
El resto se llenó los ojos con imágenes para el recuerdo del monumento más grande del mundo, el único que puede ser visto desde el cielo. «Es imponente. Y pensar que los chinos lo tienen hace más de 1.000 años», exclamó Oberto, mientras el entrenador, Sergio Hernández, y su asistente técnico, Julio César Lamas, descendían unos metros más atrás.
De la excursión también participaron los integrantes del cuerpo médico del staff argentino y la oficial de atletas, María Julia Garisoaín, quienes también evidenciaron el cansancio físico luego del recorrido.
El doctor Néstor Lentini, médico de la delegación, explicó que la subida solamente al tramo que hicieron los argentinos implica un desgaste físico que, en caso de realizarse corriendo, triplica el ejercicio de una hora de trote en una cinta mecánica. «En una hora de trote, se queman aproximadamente 300 calorías. Acá, si el ascenso se hiciera corriendo, se quemarían 1.000», ejemplificó Lentini.
El descenso de la Muralla fue todavía más exigente, porque el camino se encuentra tan empinado que requiere de un importante trabajo de resistencia física con las piernas.
«Nosotros ya habíamos venido en el 2005. Aquella vez subimos hasta bien arriba», recordó Juan Pedro Gutiérrez, a punto de subirse al micro de regreso a la Villa Olímpica, mientras descansaba y tomaba un poco de líquido junto a Paolo Quinteros y Antonio Porta.
Al costado del bus de la delegación nacional, un grupo de chicas del seleccionado de handball de Rumania esperaba también para emprender el regreso, mientras dos atletas africanos se subían a otro transporte oficial de los Juegos. Es que falta muy poco tiempo para el inicio de las competencias y todos quieren darse el gusto de conocer la Gran Muralla China.
Telam