Triste final

Los incidentes del final empañaron el triunfo Cervecero en el Súper Clásico jugado anoche en Olavarría. La policía no estuvo a la altura de las circunstancias, fue ingenua y actuó a destiempo. Una batalla campal, finalizado el encuentro, se desató en pleno parquet del Maxigimnasio del Parque Guerrero. Caerían duras sanciones. Una vez más falló […]


Los incidentes del final empañaron el triunfo Cervecero en el Súper Clásico jugado anoche en Olavarría. La policía no estuvo a la altura de las circunstancias, fue ingenua y actuó a destiempo. Una batalla campal, finalizado el encuentro, se desató en pleno parquet del Maxigimnasio del Parque Guerrero. Caerían duras sanciones.

Una vez más falló el operativo policial. Esto no justifica lo sucedido, pero si los encargados de mantener el orden hubieran actuado en forma coherente y preventiva, la cancha no hubiera sido invadida por la parcialidad de Quilmes, primero, y la de Peñarol, después. Con un cordón policial en el perímetro del rectángulo de juego se hubiera solucionado y el clásico hubiera sido una verdadera fiesta. No pudo ser.

Más de 120 efectivos fueron espectadores de privilegio del Súper Clásico de la Liga Nacional de Básquetbol. Los hombres de infantería llegaron desde Mar del Plata, aumentando aún más el gasto del operativo que debió pagar Peñarol. Pareció plata tirada. No hicieron nada para impedir el ingreso de ambas hinchadas al campo de juego, la seguridad fue totalmente desbordada y vulnerada. Actuaron a destiempo, reprimieron salvajemente con balas de goma y palazos cuando ya lo más grave había pasado.

Todo comenzó al término del encuentro cuando algunos hinchas del Tricolor saltaron al parquet a festejar el triunfo con sus jugadores (primera falla del operativo: NADIE puede ingresar al campo de juego fuera cual fuese su intención, debieron impedirlo, no lo hicieron). Ahí intercambiaron gestos y señas con la popular Milrayitas y comenzó el bochorno. Saltaron a la cancha (no sólo desde la popular, también se pudieron ver algunos plateístas desencajados peleando cuerpo a cuerpo) sin ningún impedimento y se enfrentaron a patadas y golpes de puño, la policía brillaba por su ausencia.

Pablo Gil quedó en medio de la trifulca y recibió un fuerte puñetazo en la boca. El jugador quilmeño fue atendido en la ciudad del cemento y se detectó que tiene flojos dos dientes. Después de realizar la denuncia en la comisaria correspondiente, con el abogado de la asociación de jugadores presente, el bahiense viajó a Mar del Plata junto al doctor Jorge Ostera. Tras ser revisado fue dado de alta por el cuerpo médico y podrá jugar esta noche ante Lanús.

Algunas botellas de agua, plásticas, volaron de un sector al otro. Un par de sillas terminaron dentro de la cancha y las peleas seguían. Recién ahí la policía actuó y llevó, a los palazos, a los hinchas Cerveceros hacia su popular y luego hizo lo mismo con los de Peñarol (otra gran falla del operativo: actuaron a destiempo, dejaron que se pegaran un buen rato y después quisieron imponer el orden; se acordaron tarde). Las familias en las plateas observaban, con miedo, el triste espectáculo. De a poco y como pudieron, abandonaron el Maxigimnasio.

Se suponía que las parcialidades iban a retirarse en horarios distintos pero tampoco funcionó el operativo de salida. La idea original era que la parcialidad de Quilmes abandonaría primero el estadio y media hora más tarde lo haría la gente de Peñarol. Nada de eso pasó, todos salieron juntos, como pudieron.

Marcelo Demián Schleider desde Olavarría
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