Rubén Magnano, entrenador de Atenas, se mostró feliz por haber ganado la fase regular, pero recalcó que lo conseguido no hace más que obligar al equipo a ir por más. Además, destacó que lo enorgullece que su equipo haya recuperado un lugar como representante argentino en Sudamérica.
Obstinado y perfeccionista como es, suena imposible que Rubén Magnano vaya a relajarse por más que le haya pegado de lleno a un objetivo con un dardo que venía calibrando metódicamente. No es porque sea un duro, como parece dentro de la cancha: si hasta dice que está feliz y se le nota. Es más bien por su esencia, por esa forma de encarar las cosas, por esa disposición de ganador insaciable que cada triunfo le da más hambre de resultados.
Así es que, fatigado y con apenas algunas horas de siesta luego de la madrugada inolvidable, el técnico de Atenas subraya que haber obtenido el número 1 de la fase regular de la Liga Nacional de Básquetbol da más obligaciones que derechos: el deber de apuntar más alto, de no conformarse con lo que se consiguió.
“Desde lo emotivo estoy muy contento, muy feliz y con algo bien claro, que lo dijimos en el vestuario apenas le ganamos a Boca, y que va a ser importantísimo entender y poder ejecutar: haber conseguido el número 1 nos da más obligaciones que derechos. El derecho adquirido deportivamente es poder terminar los playoffs en casa, con nuestra gente, y la obligación es ir por más”, plantea Magnano relajado mientras revuelve el azúcar en una taza con café, sentado en el living de su casa.
Era el día después al momento bisagra de la renovación ateniense: en los primeros minutos del miércoles, en la Bombonerita y con un angustioso triunfo en suplementario, el equipo que dirige Magnano conquistó el Nº 1 de la fase regular, un objetivo que no alcanzaba desde 2001/02, y se llevó otro plus, el pasaje para la Liga Sudamericana 2010.
“Fue una felicidad con agonía. Yo no sabía el resultado de Peñarol, pero el mutismo que había alrededor de la gente de Atenas me hacía pensar que ellos habían ganado y que necesitábamos ganar para lograr el ‘1’. Si ellos perdían nosotros lo hubiéramos sabido. Ahora estamos felices. Y aunque nunca dijimos que íbamos a ser campeones, siempre resaltamos que vamos a estar en la lucha por el título. Mantuvimos una propuesta con mucho apetito y ese concepto no cambió ahora que somos el Nº 1”.
Cuando decidiste volver a Atenas pusiste objetivos altos. Seguramente éste es un momento bisagra en tu nuevo proyecto en el club.
Más que este Nº 1, tengo un sentimiento que vengo repitiendo hace ocho meses: quería que Atenas despertara el apetito de la gente, recuperara la credibilidad y correspondiera la expectativa que había. Incluso en los momentos de meseta, la gente nos siguió apoyando, aunque siempre existan los agoreros. Por fortuna, pudimos mostrar el temple del equipo. Yo estas últimas semanas hablé de estirpe y el equipo la mostró este último mes. Por las lesiones, en este último tiempo casi nunca jugamos completos, pero esta conjunción de lo que es un equipo y de meter el hombro cuando falta alguno es la que nos dio el número 1.
Ventajas, razones y cualidades
¿Te había sucedido que, en una fase regular de 44 partidos, el Nº 1 se definiera por medio punto de ventaja entre el primero y el segundo, y con tantos condimentos como el suplementario contra Boca?
Hablábamos de eso con los jugadores más veteranos. Fue una Liga muy cerrada, curiosa en todas las posiciones, y creo que eso le dio un matiz muy lindo, muy pintoresco para los seguidores. Personalmente, no me había tocado vivir esto. No recuerdo algo así.
¿Qué ventajas les otorga el “1”?
Indudablemente que tiene ventajas deportivas por los cruces, y para eso hemos luchado, pero me he focalizado más en que nuestra gente, la que nos apoyó en todo este joven proyecto, e inclusive los auspiciantes, podrán vivir en casa las situaciones límite de los playoffs.
Acaso haya quedado un poco opacada, pero también obtuvieron la clasificación para la Liga Sudamericana. ¿Qué valor le das a eso?
En el momento de euforia, porque lo vivimos muy intensamente, quedó un poco opacada esta particularidad, esta gruesa particularidad de lograr un lugar internacional. Atenas nuevamente va a estar representando al básquetbol del país a nivel sudamericano. Es un gran logro, que desde el Súper 8 veníamos persiguiendo.
Si tuvieras que buscar un momento de felicidad y otro de quiebre, para bien o para mal, ¿cuáles elegirías?
El momento de mayor felicidad fue el de anoche (por el martes), cuando le ganamos a Boca. No caben dudas. Inclusive por la calidad del rival, por jugar de visitantes, por estar obligados a ganar y por la forma en que se ganó, con angustia y en suplementario. Y si bien hemos igualado con Peñarol en partidos ganados y perdidos en toda la temporada (33 y 11, respectivamente, en ambos casos), creo que al final fuimos justos merecedores de la primera posición. El momento que no me gustó fue el partido con Obras en Capital: ahí fuimos un equipo carente de apetito, sin actitud. Ese juego con Obras fue una cachetada dura por cómo se presentó el equipo a jugar. Te aseguro que no me gustó nada.
¿Cuáles fueron las cualidades decisivas para ganar la fase regular?
Fundamentalmente, el espíritu de lucha, mucho altruismo, cooperación y, por momentos, mucha inteligencia. Por eso estamos aquí.
Los lesionados
Leonardo Gutiérrez. El ala-pivot fue sometido anoche a una resonancia magnética, cuyo resultado se conocerá hoy, por un golpe que sufrió en su rodilla derecha en el cierre del partido ante Boca. El jugador de Marcos Juárez buscó el último rebote del juego y fue arrinconado por dos xeneizes que se le cayeron encima, ocasionándole la lesión.
Lábaque y Locatelli. Bruno Lábaque y Juan Manuel Locatelli realizaron ayer trabajos de rehabilitación física bajo las órdenes del profesor Juan Mariolli. Además, Al alero se le realizó una resonancia magnética para ver cómo evoluciona de la lesión en su hombro.
Rubén, el irascible
“Los entrenadores vivimos cosas que te hacen presumir cómo está el equipo. Y en este último mes estaba con mucha tranquilidad, aunque por ahí no lo mostrara cuando dirijo. Ja. Tenía tranquilidad, pese a todo, porque veía que habíamos recuperado ese fuego que nos había puesto en un lugar de privilegio y que nos había permitido estar arriba durante tanto tiempo”, recalca Magnano.
En ese sentido, mucha gente señala que estás más irascible que antes. ¿Sentís que has cambiado? ¿Es parte de una evolución como técnico, de una apuesta distinta?
Si estoy irascible no creo que sea una evolución; al contrario, es una involución en el manejo de un grupo. Pero me siento un poco como el entrenador que tomó por primera vez Atenas. Tal vez la gente tiene la imagen del entrenador que estuvo cuatro años en la selección, donde los tiempos de convivencia y el día a día son muy distintos. Aquí estás todos los días dando cosas, recalcando conceptos, enseñando y preparando un trabajo. Y cuando no se da lo que pretendés y hay abulia o falta de atención, por ahí aparecen los ataques irascibles. Pero es un poco mi esencia y mi naturaleza. No es que haya ni avanzado ni retrocedido: trato de mejorar a diario el manejo de un grupo, pero la naturaleza que uno tiene adentro es difícil de contener.
Entrevista: Diario La Voz del Interior