La voz de Josh Pittman delata melancolía cuando recuerda cómo se fue de Argentina. Es que acá se sentía muy cómodo, no sólo dentro de una cancha -todavía sigue siendo el goleador de los últimos diez años de la Liga Nacional-, sino también afuera. Hasta que, en diciembre de 2007, dio doping positivo mientras jugaba para Libertad y la Asociación de Clubes, como ya había sido sancionado en 2005 por consumir marihuana, le aplicó tres años de suspensión. Así, se le vino el mundo abajo al alero, quien decidió partir. Luego de gestionar ante la FIBA logró que lo habilitaran y hoy, nuevamente, aporta su talento en los Halcones de México. Pero tiene mucha bronca acumulada Josh y así lo deja en claro en su charla con Clarín.

¿Tenés la ilusión de volver a la Liga Nacional?
La verdad que no. Yo estoy muy bien en México, me trataron muy bien allá y tuve muy buenos promedios de puntos por haber estado parado tanto tiempo. Y después de todo lo que pasó con la AdC no tengo muchas ganas de volver.

En la Liga Nacional, los controles antidoping son esporádicos. Y Pittman asegura sentirse «perseguido» porque el examen en el que dio positivo se lo realizaron en noviembre, una fecha en la que, según él, no son habituales. «Todo fue medio raro, porque en diez años que estuve en la Liga nunca pasó eso».

Lejos de decir que hubo una mano negra en el control, Pittman admite que fue más allá del reglamento, que el doping positivo que dio en el partido ante Belgrano, por la primera fase de la edición 2007/2008, se debió a un error suyo y pide «disculpas a todos». Pero critica cómo se manejó el tema y la dureza de la pena que se le aplicó. «Después de que no pasé el control, escuché que el médico de la Selección (Diego Grippo) había dicho que quizás yo necesitaba de la marihuana para jugar y eso me dolió mucho. Es cierto que era mi segunda vez pero yo sé de otros jugadores que, por consumir marihuana, les dieron sólo seis meses.», se queja. Si bien desde la dirigencia de la Liga Nacional no quisieron pronunciarse ante la consulta de este diario, la ley es clara y establece un castigo mínimo de dos años en caso de reincidencia. «Ellos trataron de terminar con mi carrera. Si sabiendo que yo tenía 32 años, me dieron 3 años de suspensión es porque para mí no querían que yo siguiera jugando al básquet», sostiene.

En su paso por Argentina, Pittman tuvo muchos técnicos. Pero a Julio Lamas lo recuerda con un cariño muy especial. «El me ayudó mucho, me asesoró para que mi representante pueda hablar en la FIBA, siempre se portó muy bien conmigo», dice.

Si Lamas te llamara en algún momento, ¿tampoco volverías?
No. Para mí es un capitulo cerrado la Liga, porque no voy a poner tanta presión sobre mi vida. Creo que si vuelvo ellos van a tener otra chance de hacer algo.

Entrevista: Diario Clarín