Con algo más de una semana de estadía en La Isla del Encanto se nos viene Érika. Una tormenta tropical que amenaza con taparnos de agua. Siempre que llovió paró, según dicen algunos. Acá, los más optimistas dicen lo mismo, pero los finales suelen ser más lentos durante este tipo de fenómenos naturales. Así que, tendríamos agua durante 20 horas seguidas, por lo menos, comenzando esta noche.
Escuché por primera vez algo de Érika el martes por la noche pero no le di ni pelota. Ese día habían arrancado los cuartos de final con un buen triunfo de la selección sobre Canadá.
Tras terminar de trabajar en la sala de prensa del Coliseo volvimos para Condado a finiquitar la cosa e ir a picar algo.
Esa noche aprovechamos y nos acostamos temprano.
Tras el desayuno fuimos a la playa. Con mi compañero, el oriundo de Gualeguaychú, no paramos de barrenar las olas, tragar agua y llenarnos de arena gracias al revuelto mar de San Juan.
Pasado el mediodía fuimos a Subway por un sandwich de albóngidas. ¿Si en España comen bocadillo de tortilla por qué acá no comerse un sanguche de albóndigas?
Hotel, ducha y a la parada de taxis que está en la puerta del hotel La Concha. Esta vez nos tocó el tachero cantor. Un dominicano terriblemente personaje, vestido con pantalón blanco, remera negra, saco al tono y zapatos claros. Sobre el asiento se podía ver un chaleco que, seguramente, se lo sacó por el calor que hacía. Además, llevaba un sombrero gris, reloj, anillos y cadenas doradas (no sé si era oro genuino o lo que venden en la rambla de Mar del Plata los muchachos de Sierra Leona).
Durante los 25 minutos de viaje hasta el Coliseo nos brindó un show musical, medio ladri pero mejor que las Electro. No hace falta afinar mucho para superarlas la verdad.
Victoria sobre México en un partido aburrido, textuales palabras del Oveja en conferencia de prensa.
Terminamos el laburo en la sala de prensa y miramos un poco del súper clásico Puerto Rico-Dominicana. El estadio a pleno, a reventar, no entraba ni un alfiler. Hasta los pasillos estaban ocupados. Faltando poco para que termine, y para evitar el descontrol que sería la salida, nos metimos en un taxi para emprender la vuelta.
Pizza de Danny´s y a la 404. Googleamos un rato para informarnos sobre la tormentita tropical que está al caer y a dormir. La barrenada matutina nos había agotado.
Marcelo Demián Schleider – enviado especial a Puerto Rico