El juego del debut contra Paraguay fue -a pesar de las tensiones lógicas de un inicio de competencia- poco más que un entrenamiento con público. En los papeles, el torneo para Argentina empezaría a calentarse hoy, con el enfrentamiento ante Uruguay. El clásico rioplatense prometía un espectáculo más entretenido, y una medida más justa para las aspiraciones del local. Pero el desarrollo del juego desde su propio inicio contradijo hasta los pronósticos más optimistas a favor del local.

Las gradas fueron poblándose poco a poco, aunque el Estadio Polideportivo Islas Malvinas mostró menos público que en la jornada inaugural. El color lo dieron los cantos y arengas que bajaron de las tribunas. Las banderas fueron escasas, probablemente por disposiciones -cuestionables- de la organización que impidieron desplegarlas. Los más vivados fueron Scola, Ginóbili, Delfino y Nocioni. La parcialidad uruguaya también se hizo presente en la altura de una de las generales.

Argentina otra vez tuvo un comienzo demoledor. Desde la apertura del tanteador con una volcada en soledad de Ginóbili, hasta un parcial 10-0 -como en la apertura de ayer- que obligaron al banco oriental a solicitar un tiempo muerto poco después de los tres minutos de juego.

Uruguay abrió el macrador recién cuando el reloj señalaba 5:58, con un triple de Osimani. A los 3:28 hizo su estreno en el torneo Delfino, recuperado casi por completo de su lesión. El primer cuarto, con roces en defensa e imprecisiones en ataque -más del lado uruguayo- terminó 25-7. Scola (10 puntos en el chico) no tuvo oposición en la pintura, a pesar de las variantes que se le plantaron enfrente.

El segundo cuarto comenzó con Sánchez manejando los hilos con presteza. Los primeros minutos fueron de Nocioni: con tremenda autoridad volcó, asistió y defendió. El protagonismo estuvo luego repartido, hasta el final del chico, cuando Juan Gutiérrez tuvo una ráfaga ofensiva y sumó 12 a su casillero personal. Argentina tuvo momentos de floreo, y Uruguay perdió presencia en el rectángulo. La diferencia fue enorme en el tanteador, 53-19, pero mayor aún en el volumen de juego.

El tercer cuarto no mostró diferencias. Argentina cedió algo de intensidad y su efectividad mermó, pero aun así se amplió la distancia entre los equipos. Los dos entrenadores rotaron su material y todos los jugadores que estaban en condiciones físicas vieron acción. Scola abultó su cuenta personal hasta los 18 tantos, y Delfino pudo marcar, para llegar a 11. Por Uruguay, hasta esa instancia ninguno de sus representantes superó el dígito en su cuadro de puntos. El parcial se cerró con un abultado 74-30.

El último parcial mostró más de lo mismo. Uruguay reservó a sus figuras y Argentina rotó el banco con asiduidad. El equipo uruguayo tuvo a un solo integrante (Fitipaldo) que pudo superar la decena de puntos (11). En Argentina, salvo Leiva todos convirtieron. Scola otra vez lideró el tanteador con 18. El tablero mostró un lapidario 86-51.

La Celeste ni siquiera tuvo oportunidad de lamentar la ausencia de Leandro García Morales, afectado por un cuadro gripal. Por tradición, por orgullo de los protagonistas, la diferencia de puntos debió ser menor. Pero pudo ser mucho mayor.

Ahora toca el descanso para el combinado local. El viernes, lo espera un rival de envergadura, por historia y actualidad: Puerto Rico.

Síntesis
Argentina (86):
Prigioni 3, Ginóbili 7, Nocioni 16, Scola 18 y Gutiérrez 16 (FI); Delfino 11, Sánchez 2, Jasen 5, Leiva 0, Kammerichs 5 y Quinteros 3. Entrenador: Julio Lamas.

Uruguay (51): Osimani 8, Barrera 2, Aguiar 5, Newsome 6 y Batista 2 (FI); Fitipaldo 11, Borsellino 6, Izaguirre 0, Calfhani 1, Martínez 6 y Vázquez 4. Entrenador: Gerardo Jauri.

Crónica: T. Schleider, especial para InfoLiga
Fotos: Prensa Mar del Plata 2011