«¿Me puedo sacar una foto con vos, Che?», le solicitó un adolescente, con cámara en mano, a Néstor García.
«Dale, pero vos me conoces a mi, ¿sabés quien soy?», preguntó el coach, a modo de chanza. «Sí, sé mucho de vos. Me contó mi papá. Fuiste el técnico de Estudiantes cuando llegó a la final de la Liga», respondió el joven, casi sin titubear, para luego ingresar al Casanova.
«Parece que no pasé desapercibido por mi ciudad», tiró el Che, mientras encendía su enésimo cigarrillo.
Está claro que en la previa del partido que anteanoche disputaron Weber Bahía Estudiantes y Atenas de Córdoba, Néstor García jamás percibió que recibiría, de parte de las miles de almas presentes en el Osvaldo Casanova, un mar de aplausos en reconocimiento a su trabajo y su recorrido en el básquetbol local, nacional e internacional.
Al orientador bahiense se lo veía con ganas de hablar, era como un chico que volvía a su ciudad después de largas vacaciones.
Disfrutó cada momento, no se quedó quieto, sintió el cariño de la gente y hasta rememoró anécdotas.
¿Qué número de cigarrillo es el que tenés en la mano?
Ojo, que no estoy fumando mucho, je.
¿Cómo se ve el Casanova once años después?
Bárbaro. Este es mi lugar. Bahía es mi casa y Estudiantes es el sitio que me cautivó. Esta cuadra (señalando con el dedo índice la calle Angel Brunel) es mi vida. Me crié a metros de esta cancha, venía a jugar acá y no me perdía un clásico cuando jugaba Beto (Cabrera).
¿Es verdad que te `colabas’ para entrar a la cancha?
Sí, claro. Siempre (risas). No le «garpaba» (sic) a nadie. En el Argentino del ’79 no me dejaban entrar por esta puerta (indicando nuevamente el acceso por Brunel) porque ya me conocían. Siempre hacía lo mismo, me colaba, hasta que ese día llegó el Tola (Cadillac) y me salvó. No sólo ingresé a la cancha sino que conocí gente extraordinaria en ese campeonato. Era un pibe.
Cuánta agua pasó por el puente.
Muchísima. Cuando me veo en las finales que jugamos con Estudiantes en el ’91 me agarra un ataque de nervios. Y automáticamente digo `estoy hecho m…’ (risas).
«Tuve una carrera muy particular. Me fui superando con los años, pero nada estuvo programado. En ese sentido, siento que veinte años atrás fui muy inconsciente. O sea, era muy joven y la apuesta que hizo Estudiantes en aquel momento fue arriesgada más allá de que tenía un pasado en Puerto Rico».
«De repente pasé a dirigir a Juan Espil o Hernán Montenegro y la verdad es que la rompieron. Ese Estudiantes era muy sólido, jugaban solos y yo disfrutaba porque además era un pibe con el rol de entrenador. Y el hecho de llegar a una final de Liga Nacional no me garantizaba nada, pese a que tuve un arranque de carrera bastante favorable».
¿Actualmente te sentís más psicológico que entrenador?
La profesión de técnico cambió rotundamente. Está todo más globalizado porque, en este momento, debo manejar varias áreas a la vez. Trabajo con el jugador individualmente, hablo mucho, lo miro, trato de llegarle desde el aspecto humano y, lógicamente, aportándole mi cuota de básquet.
«Este Atenas, particularmente, está muy comprometido con la causa. El equipo estaba destruido moralmente cuando asumí, y, de repente, en seis o siete fechas ya estábamos en el lote de arriba. El estado de ánimo juega un rol fundamental en el deporte».
¿Te atemorizaba agarrar a Atenas en una situación comprometida?
Atenas motiva. El que llega a un club grande sabe las reglas del juego. Es el más ganador de la historia. Tiene jugadores de calidad y acepté este desafío porque generalmente los deportistas no se olvidan de jugar.
«La realidad es que me sacaron la ilusión»
La designación de Sergio Hernández como ayudante técnico de Julio Lamas para los Juegos Olímpicos de Londres sin duda que sorprendió a Néstor García.
¿Vas a hablar de la selección y tu salida del cuerpo técnico de Julio Lamas?
No, porque no tengo mucho para decir.
¿Pero tenés ganas de decir cosas?
Primero quiero hablar con Julio (Lamas). Hay una charla pendiente. Todavía no pudimos vernos personalmente.
¿Necesitas que te den explicaciones?
No sé. Ya está. Lo concreto es que no voy a formar parte del cuerpo técnico de la selección.
¿Estás dolido?
No sé si la palabra es dolor. La realidad es que me sacaron la ilusión. Como le pasa a un chico que sueña con irse de viaje de egresados. Lógicamente, estaba ilusionado.
¿Por qué la gente de Bahía te quiere?
Que buena pregunta… Debería ser la última de esta nota. A ver… Soy auténtico, soy bahiense de pura cepa y respeto a todos como también me considero respetado. Disfruto de lo que hago. La gente tiene memoria y yo también.
«Pepe Sánchez es patrimonio de la ciudad»
Hablemos de Pepe. Diagramó un proyecto único en el país, innovó diferentes áreas de trabajo y ahora le sumó un nuevo condimento a la organización de los espectáculos con la incorporación de las pantallas gigantes, ¿algo para decir?
«Conociéndolo a mi no me sorprende nada. Más allá de todo lo excelente que es como persona, el hecho de conocerlo me genera placer. Está adelantado en el tiempo. Hace cosas que otros clubes o países recién van a implementarlo en cinco o diez años. Hablamos mucho por teléfono y teníamos una relación muy fluida cuando dirigía en el exterior.»
De hecho, fuiste el nombre elegido para dirigir a Estudiantes cuando comenzó con esta organización.
Es verdad. Por eso, cuando todos hablan bien de él y los elogios son innumerables no está mal. Merece eso y mucho más. Pepe es patrimonio de la ciudad. Tiene una visión muy amplia, creativa, emprendedora y ambiciosa.
¿Lo que se propone lo hace?
Exacto. Es una maquinita de tirar cosas. Es un fenómeno además porque se sabe rodear de buena gente y de mentes similares a él. No va estar cualquiera a su lado. Mucha gente de la ciudad y el país se insertó en el proyecto porque compraron su idea. Y me falta un detalle, además de todo lo que dije juega al básquet y es el mejor del equipo. Un monstruo.
Entrevista: Cristian Lema – Diario La Nueva Provincia