Llegaron en un ómnibus ploteado de imágenes de ellos mismos en acción. Los esperaba mucha gente, periodistas. Y luego de hablar, algunos, con un programa de radio en el propio teatro Vorterix, de Lacroze y Álvarez Thomas, fueron presentados uno por uno ante un público que los aplaudió y ovacionó, en el inicio de una media hora escasa en duración, pero rebosante en pasión.

Así, casi como estrellas del espectáculo, fueron recibidos los miembros de la Generación Dorada, o «El Alma Argentina», como los llama el marketing que propone una renovada imagen gráfica de la dinastía más exitosa de la historia del deporte argentino: el seleccionado masculino de básquetbol del siglo XXI.

Un video de imágenes gloriosas de todas las épocas del equipo, coronado con las palmas olímpicas de Atenas 2004 y el Himno Nacional de fondo (disponible en www.elalmaargentina.com ), levantó la pasión en un minuto. Condujeron la fiesta Gonzalo Bonadeo y Mario Pergolini, quien, de cumpleaños, recibió una camiseta enmarcada del seleccionado por parte del presidente de la CABB Germán Vaccaro, el último en ingresar en un escenario en el que habían cosechado aclamaciones varios jugadores. Estalló la concurrencia -con muchos chicos de clubes, como Ferro y River- al ser presentados, siempre individualmente, Emanuel Ginóbili y Luis Scola, secundados por Andrés Nocioni en el podio de los reconocmientos. También Carlos Delfino y Pablo Prigioni cosecharon grandes ovaciones. Entre los suplentes, Paolo Quinteros, Federico Kammerichs y Juan y Leonardo Gutiérrez fueron los más aplaudidos.

Tanto cariño hubo que hasta un ausente se llevó un gran reconocimiento. «Pasamos por un proceso de despedir a un jugador muy querido y respetado por todos, Fabricio Oberto, que no está», apuntó Julio Lamas, el seleccionador, y un aplauso al cordobés cortó su frase. «Fuera de eso, tenemos el mejor plantel posible. No nos falta nada y hay que dar todo lo que tenemos», completó el DT.

Es que a este plantel se le reconoce los méritos deportivos y la ejemplaridad humana. Como apuntó Nocioni: «Lo más importante de este grupo es la amistad y la unión. En otros equipos y seleccionados hay problemas fuera de la cancha que, obviamente, llegan a la cancha. Esto es un grupo de amigos, compañeros… Hemos tenido alguna peleíta, pero siempre se la ha resuelto muy bien. A los golpes, como tiene que ser, ja ja». Y como rescató Scola: «Tenemos la obligación de jugar muy bien, de competir y luchar, de nunca rendirnos, del sacrificio, de estar a la altura de las circunstancias… Todas esas cosas por las cuales se nos conoce. No siento que tengamos la obligación de traer un único resultado, por más que sea lo que queremos y que estemos contentos si lo conseguimos y tristes si no se da. Tenemos la obligación de mostrar eso que la gente valora tanto», manifestó el capitán, que sin prometer éxitos levantó aplausos con esa aseveración.

El cierre, casi sin quererlo, fue a todo trapo: el público-hinchada cantando «señores, dejo todo, voy a ver a Argentina, porque los jugadores me van a demostrar, que salen a ganar, quieren salir campeón, que lo llevan adentro, como lo llevo yo», y con los basquetbolistas, de pie y unidos para una foto, aplaudiendo a la gente, con Nocioni, Kammerichs, Juan Gutiérrez, Prigioni y Quinteros replicando el canto. Toda una muestra de que la Selección Argentina de básquet es el equipo de todos.

Informe: Por Xavier Prieto Astigarraga (La Nación)